Saturday, November 7, 2015

Lo que no debería estar escribiendo

Conversar sobre lo comentable es, para mí, un cierto acto de voyeurismo.
No es pulcro.
Lejos de si es ciegamente castigado por la continua normalización de las sociedades,
me parece sencillamente irrespetuoso.

Censuro (ojalá cual Estado) la visibilización amarillista de manifestaciones humanas.
Castigo (por lo que no lo hacen los tribunales) que se nutran del dolor de las poblaciones en cuestiones marginales para nutrir necesidades de una simulada reactivación social.
Detesto (sin mecanismo judicial comparable) que las injusticias humanas se hayan convertido en una "acción" (social) interesante.

Título: El videojuego del neoliberalismo.

Me abuso en los paréntesis porque son necesarios.

Muy
       necesarios.

Altamente
                necesarios.

En todo caso, avanzo.
Escribo.
Hablo.
Hoy, yo hablo.

Porque lejos de querer aportar a la repercusión sistémico-mediática en masa en la corriente de información que ya circula en "redes",
esto en definitiva me toca.

Escribo con dolor de tener que aceptar que lo que me molesta en la gente en gran parte es el hecho de que me asocian y me reflejan.
Cuando me escriben para comentar "el caso de las dos muchachas",
"las dos muchachas estas",
"esteee..¡ellas ellas!",
"las que se casaron"
CUALQUIER cosa
           menos
"la pareja de mujeres",
mucho menos "lesbianas",
Dios guarde "personas"
La verdad es que me molesta.

La gente carece de círculos para tener estas conversaciones.
Carece de palabras para nombrar lo nombrable.
Carece de tiempo para pensar lo pensable.
Carece de ganas para defender lo defendible.

Fuera del SIDA, los insultos y las injusticias, los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales no existen.

Bueno, para lxs transexuales ahora las lesbianas inclusive molestan.
Y nos permitimos agarrarnos desde adentro cuales animales peleando por el único banano en la silla.

Me molesta.
Me molesta sobremanera.
Juegos sociales de tensiones, odios, miedos y agresiones.
Nos alejamos cada vez más de patrones constructivos de comportamiento.
Es justo el opuesto lo que se necesita.
Nos seguimos permitiendo convivir en sociedades que nos calan muy hondo en el cuerpo.
Lejos de vivir en un privilegio de juicio; nos seguimos construyendo nuestra cárcel y hacinamiento.
Si no logro dialogar conscientemente, ¿quién pierde realmente?
Si no puedo dejar que quienes quieran hagan con sus vidas lo que sea, ¿quién creo yo que soy, verdaderamente?

Disvarío - como siempre.

"Mis compas las lesbianas" no son eso.
Son TODO menos eso.
Mis compas "las lesbianas" son personas.
Lindas.
Genuinas.
Entregadas.
tranquilas.

Mis compas son, en parte, una mae que me busca para ofrecerme algo en la vida y poder construir juntas.
La mae que le camina al lado anda arduamente buscando el bien de ambas en todo lo que hagan.
Mis compas son dos chicas, sí.
¡Mirá vos qué curioso!
Dos mujeres emprendedoras,
entregadas,
breteadoras,
fuertes y…
sí,
quizás algo salvajes.

Su salvajada está en quizás haber creído que en esta sociedad se puede volver un poco a la naturaleza.
Bestias en tal vez creer que al rato esto funcionaba.
Animalotas en quizás pensar que al rato el país despertaba.
Y las apoyaba.

Fieras en ir contra el sistema.
Lobas en abrir su vida a la gente.
Guerreras, como vikingas, en tirarse al abismo de la merced de la gente.
y del propio sistema.

Locas en creer que una injusticia podía, quizás, volverse en una reivindicación hacia una justicia.

Mi acto voyeurista se vuelve una sanación capitalista.
Los vómitos que provoca ser un poco más realista.
Sentarme a escribir en redes sobre algo que me tiene harta de estar viendo justo en esos lugares.
Odiar no poder verlas tranquilas y, a la vez, estar creando aquello mismo que desearía que les desapareciera.
Lo único que quisiera
es que la gente dejara de juzgar,
se comprometiera
y a ellas ya nada más les doliera.

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