Mi historia de amor de domingo comienza:
ella toca el violín y yo el saxo.
"Yo comprendo que usted disfrute de hacer eso, mi vida,
pero a mí no me gusta."
Entonces yo improviso un rato
Y ella estudia sus notas.
Conforme avanza el momento,
nos acompañamos en un desamor amoroso.
Se llama saber separarse para seguir avanzando.
Construímos juntas.
Bien pudiéramos decirnos que "juntes" o juntxs,
pero la verdad es que hasta eso de los sexos nos lo dialogamos un buen rato.
Juntas.
Creo que no hay molestia si nos hablamos las dos en femeninos.
A veces.
Cuando la lucha es nuestra y de nadie más en este cuarto, esta casa o el mundo.
Nos reimos y lloramos
no importa qué es lo que da inicio al momento.
Entonces me resulta difícil digerir cuánto nos juzgan,
porque es que a veces resulta que hasta el derecho a lo cursi hemos ido perdiendo.
Si por lo hegemónico fuera, nosotras ni derecho a casarnos ni derecho a amarnos estaríamos teniendo.
Por dicha eso de las hegemonías aquí no significa.
Pero es que el otro día hablábamos de lo cursi en las parejas en las que me categorizan;
Esas, las de los derechos "LGBTQI ¡y cuantas otras letras se sepa!"
Se ríe siempre la gente.
Aún entre nosotres (ahí sí con "e"),
dentro de las mismas comunidades nos hacemos la zanca.
Cada letra significa, porque cada letra me identifica.
No sé cuándo comprenderemos que todas las categorías son las mismas nuestras.
Que se nos secciona para alejarnos de acercarnos a nuestras propias realidades.
Y, entonces, ¡bueno!
Que nos casamos como tradicionalmente se conciben los matrimonios
aunque no sean por la Iglesia (ésta sí con I mayúscula, por supuesto).
Mis puntos son:
¿Cuántas batallas se libran por estar visibilizando las cosas?
¿Cuántos discursos se apropian cuando se decide pasar de la acción al momento?
Porque esto va más allá de nada más "apropiarse un discurso"
Esto llega hasta la cotidianidad de nuestras propias experiencias.
Cuando recogemos a un niño del kinder
Dormimos con una sobrina que por las madrugadas nos abraza
Cuando mis suegros vienen por café para pasar un domingo por la tarde.
Cuando, al final de cuentas, nuestro círculo inmediato nos comprende
Y sabe que no buscamos más que no hacerle ningún mal al mundo.
Sino, al contrario, integrarnos en armonía con las causas que nos competen.
Como esas de hacer los jardínes
Buscar ver todo más verde
Sanarnos con lavanda, con menta o con un árbol de cereza.
O al menos ayudarnos a producir nuestras propias certezas.
Poco a poco, olvidándonos cada vez más de la importancia sobre el vestido blanco o negro que usamos como legítimo vestuario en nuestra boda,
nos recordamos cada vez más y más
de lo mucho que creemos que es - a punta de amor -
(de este amor consciente, respetuoso, meditado e intenso)
el único medio por el cual podremos seguir compartiendo.
Fuera los libretos
Lejos los guiones
Vivan las reivindicaciones
que nos libran de algo romántico
para llevarnos a algo más práctico;
algo en donde albergar
los esfuerzos de vida
y ver florecer
- cual sábila en el jardín -
los frutos de nuestras propias siembras.
"Las lesbianas" seguimos construyendo,
pero no desde nuestro sexo o nuestras identidades de género, raza o clase.
¡No! sino desde la creencia vital y esencial
sobre la equidad de nuestras necesidades
como aquellas que se vinculan con todas las posibles identidades.
mestizas, comunitarias, de unión y de muchísimas amistades.
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