Ojalá sean las últimas;
Al menos de medio año.
Para el próximo año espero estar lejos de aquí,
en algún la'o,
de alguna manera.
Cuando pienso que llevo 33 años de pasearme por la misma calle principal
(que es la única que lleva a mi casa),
a veces mi cerebro contempla el impulso de tirarme de la moto y causarme un accidente.
Para así hacer algo
ALGO
por dejar de estar viendo cada día estas mismas calles y siempre la misma gente.
En la vida hay que agradecer y ese conocimiento y costumbre no es la excepción de ninguna forma.
Entonces agradezco y sigo; sin tomar acción alguna sobre lo que mi cerebro alucina.
Poco a poco sigo postergando los días de vivir en Mata de Plátano.
El otro lado de mí pega posters en las calles llamando a la comunidad a hacer teatro.
En mi sala.
No en mi casa, sino también en mi patio.
Y es que el amor por este lugar también me es infinito.
Porque sólo esto conozco,
pero a la vez pertenezco a miles de otros lugares que he conocido a lo largo de la vida.
Cuesta tomar conciencia
cuando una ha tenido privilegios
de que lo que dice, hace o piensa no es lo hegemónico para mucha gente.
No sé qué culpa tengo de conocer a una persona que quiere ser mi abuela en otro lugar del planeta.
Lo único que puedo hacer es agradecer y tomar nota:
"No todo el mundo tiene abuelas adoptivas que se mueren por hacerle un chocolate en otros lados del orbe"
Y a la vez saber que lo podríamos tener todes.
Si nos dejáramos saber que viajar es cuestión de disponerse a irse.
A la par a la pulpe o a la par al país vecino o a la par al país del otro lado del charco.
Mayor cantidad de plata hemos gastado si contabilizamos cada entrada al cine o cada caja de cartón llena de palomitas dulces, saladas o mixtas.
La cantidad de coca colas diarias o el baguette con La Nación que le llegan a dejar en bolsa a la casa.
Estuve en Playa Negra, Avellanas y Tamarindo esta semana pasada.
De viernes a jueves, decía el itinerario de viaje.
A uno le parecía mucho, a mí me parecía justo.
Al final me parecía mucho, quizás a él se le hacía lo justo.
Las cosas cambian.
La gente cambia.
Yo cambio.
Me permito cambiar, porque sólo así seguiré creciendo.
Sólo así puedo ir mutando.
Y, en lo que cambio, permanecer yo misma.
Siempre yo, buscando en todo lado o en toda parte.
No me encuentro
Entre los rótulos de monos y Sharky's de Tamarindo.
No me encuentro
en las olas de 4 metros que toman los surfos
No me encuentro
en un copo sin leche pinito que le compro al "viejo guanaco"
No me encuentro
Porque lamentablemente soy todo eso
a pesar de lo que quiero y deseo ver en el mundo.
una playa con eco-turismo sostenible.
¿es tan difícil eso?
Reciclaje y compost como componentes esenciales de los materiales de desecho de cada casa, restaurante o bar del orbe.
Niñes como prioridades de la humanidad entera.
Adultes mayores - en vez de pedófilxs - apreciades y valorades como gente sabia que no sólo juega en el casino y busca mujeres jóvenes para cogérselas.
Bares con barra libre donde la piña sea orgánica,
porque también se vale salir y no pegarse la fiesta hasta quedar noqueada vomitando.
Porque también se vale salir y no quedar asqueada
casi vomitando
por ver el mundo que hace de Costa Rica un lugar más de comercio, perdición, explotación de bienes hídricos, naturales, inmuebles y muebles a punta de los recursos naturales que nuestros dirigentes actuales o pasados han regalado libremente sin siquiera la consideración de pedir algo a cambio para el pueblo que ciegamente les re-elige.
"Que no me de un cancer o un tumor cerebral pronto,"
me paso recordando;
porque mi cabeza navega muy lejos de donde tengo el cuerpo cada vez que me sumerjo en algo más que una ola de pura agua salada que me lava lo más íntimo de mi vientre.
Me permito revolcarme con la fuerza de la corriente a ver si acaso se me lava la conciencia de lo mucho que otres sólo buscan lavar dinero.
Busco en el horizonte otra lancha o panga local entre 15 catamaranes,
porque hay una parte de mí que quisiera dejar de pensar en el chiquito que roba billeteras o trafica algo más que el prefijo de la coca cola que le dan a cambio.
Privilegios de clase alta el ser letrades de primera clase en las mejores academias del mundo.
A menos que sea talentosx o brillante, en cuyo caso puede optar por becas limitadas para unos ciertos porcentajes de gente.
Caer en cuenta que debo hacer las paces.
No sólo con esto,
sino con lo que el mundo ha decidido hacer, de mí y de nuestro lugar, en este planeta tierra.
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